Pueblos con sabor y torrenteras en la comarca cacereña de La Vera, al sur de Gredos
11.12.09 - 01:17 -JAVIER PRIETO GALLEGO nortedecastilla.es
Carlos I de España y V de Alemania además de emperador fue un señor con mucho mundo. Por eso, en la comarca cacereña de La Vera, siguen teniendo como su mayor orgullo que en el momento de pensar en su retiro, el emperador escogiera, precisamente, un pequeñísimo monasterio perdido entre los pliegues de la serranía de Tormantos. Fue allí, en Yuste, donde decidió bajarse del mundo, dedicarse a pescar truchas y esperar el viaje sin retorno.
Así que en La Vera siguen pensando que si su comarca le cuadró bien a un emperador, qué no servirá para el común de los mortales. Y, la verdad, entre Benidorm y La Vera, esta última gana por goleada en rincones pintorescos. Por no hablar de las solanas amables en las que el tibio sol del invierno acaricia con mejor tacto que el de una manta de angora. Y si no, que se lo pregunten a los pimientos que han hecho de esta comarca la más conocida productora de pimentón de España: no hay balcón en La Vera del que no cuelgue una ristra. O a los emperadores, capaces de atravesarse media península con tal de encontrar un lugar tranquilo, con buena mesa y mejor clima.
El segundo motivo de orgullo es la estampa de unos pueblos que dejan con la boca abierta, tanto por su cantidad como por su calidad: sus valles acumulan cinco poblaciones declaradas Conjunto Histórico. O sea, un no parar de callejuelas estrechas, olor a lumbre, balconadas de madera, plazas porticadas, geranios en las fachadas, suelos empedrados y fuentes con pilones de granito, por decirlo a grandes rasgos.
Si se entra por la provincia de Ávila a recorrerla, después de dejar atrás Candeleda, Madrigal de la Vera es la primera localidad a la que se llega. Un poco antes hay que prestar atención a la señalización que indica hacia la garganta de Alardos. Las gargantas en La Vera están repletas de pozas con unas aguas puras y frescas que atraen multitudes durante las calorinas del verano. Ahora suenan más tranquilas y, en cualquier caso, esta de Alardos ofrece el primer sorpresón del viaje: un puente medieval que se eleva 16 metros sobre el las rocas del fondo.
Villanueva de la Vera es el primero de los Conjuntos que sale al paso. Y su mejor estampa está en la Plaza Mayor porticada, hasta donde hay que llegarse a pie. Casi inmediatamente se recala en Valverde de la Vera, el segundo de sus Conjuntos Históricos, universalmente famoso por la fantasmagórica estampa de los 'empalaos' que recorren sus calles durante la noche del Jueves Santo. A ellos tiene dedicado un museo. Sin tantas apreturas como llevan los penitentes, el paseo por sus callejuelas es una experiencia más que recomendable, especialmente por el laberinto de la antigua judería.
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