17 sept 2009

CANDELEDA - VIRGEN DE CHILLA

Parte de la homilía pronunciada por D. Angel Jose Redondo, sacerdote, natural de Calera y gran devoto de la Virgen de Chilla:

Tanto nos ama Dios, queridos amigos, que nos da lo que Él más quiere.

En esta fiesta de María, la Virgen de Chilla, no vamos a pedir cosas. ¡Son tantas las que pedimos por medio de ella! Y la verdad es que somos tantos sus hijos necesitados los que ponemos en ella nuestra confianza.

Admiramos en primer lugar a María, porque en ella, la humildad, la fe, la caridad, son sus mejores vestidos. Porque en medio de este mundo en que vivimos, lleno de sufrimiento, de incomprensión, de desprecio, hay alguien, una Madre, La Virgen de Chilla, que nos ama con ternura.

En la Virgen de Chilla encontramos una llamada a superarnos, porque mirándola a ella encontramos fuerzas para ser mejores, porque en ella encontramos a Dios que se acerca hasta nosotros abrazándonos en nuestras miserias.

Mirad a María, mirad a la Virgen de Chilla. No tengáis miedo.

Ella sí sabe de tus problemas. Cuéntaselos y déjalos en sus manos.

Ella sí sabe, joven que me escuchas ahora, de tus dificultades con tus padres o con tu novia, o del trabajo que no encuentras, o de tus estudios. Déjaselo a ella. Mírala a los ojos, mírala despacio, sin prisas. Abre tu corazón joven a lo bello, como ella. No te dejes manipular por nadie. Sé tu mismo, con tus grandezas y tus pequeñeces. Sé tú mismo abierto a la esperanza de un mundo en el que tú puedes colaborar a construirle mejor si pones tu mirada en María.

Ella sí sabe, de matrimonios, de las estrecheces económicas, de las dificultades con los hijos, del problema de no saber qué hacer con los padres ancianos, del problema de no tener trabajo. Abriros a ella, a la Virgen de Chilla: poned en ella vuestra confianza, pues supo lo que era pasar estrecheces, no comprender a su Hijo querido Jesús cuando le miraba en la cruz. Abriros a ella porque es el camino más corto para llegar a Dios.

Ella sí sabe, queridos ancianos, de la soledad, de vuestra soledad y vuestros sufrimiento. Ella os acompañará siempre, porque una madre no se cansa de esperar.

Queridos amigos todos: rezad, sí, rezad a María, en vuestras familias. No dejéis que este día sea un simple día de campo. Dejaos amar por Ella, miradla a los ojos y decidle:

Es tan dulce saber que estás tan cerca,

es tan bello sentirte tan madre,

que mi tembloroso labio no sabe

cantar la dulzura de tu amor.

En tu nombre, Virgen de Chilla,

se encierra poesía,

la luz de tu rostro me enamora,

y a mi alma pequeña le arroban

tus delicias de amor maternal.

Si te miro me siento mirado,

si te invoco tú secas mi llanto,

si te pido cobijo

tu manto me resguarda del mundo y del mal.

Como Madre, tú cuidas mis pasos,

cuando río feliz, cuando duermo,

cuando lloro al faltar, cuando enfermo,

siento cerca tu amor si igual.

Dame Virgen honrar tu blancura,

dame Reina de Chilla sentir tu grandeza,

dame, Madre, el tener siempre cerca,

tu mirada de amor y piedad.



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